TIERRA DE BABEL
Jorge Arturo
Rodríguez
Unidos jamás seremos vencidos
Aperitivo 1: “Un europeo le dice a un
cubano:
-¿Y qué tal?, ¿cómo andan en
Cuba?
-Mira, chico... no nos podemos
quejar.
-¡Ah!... ni bien ni mal,
entonces.
-No, no... ¡no nos podemos
quejar”. Pero les aseguro que sólo pasa
en Cuba.
Más que un buzón de quejas necesita el mundo. Nomás nos quejamos
pero no hacemos nada, ahí que se chinguen los otros, los vecinos. Que no nos
molesten con lloriqueos, que se pongan a trabajar y ya. A rascarse el c… la
espalda a otra parte, que no vengan a chingar la madre con sus preocupaciones y
carencias y padecimientos. Los lamentos en el cementerio o donde quieran.
Además, para eso están las autoridades, para que atiendan las quejas, los
reclamos, las peticiones, pues es su obligación. Pero con seguridad que se
hacen de la vista gorda, porque el mecanismo institucional del “no pasa nada”,
“luego lo vemos y lo arreglamos”, no se detiene, apenas si guarda reposo para
dar paso a las promesas y al “ahora sí lo arreglamos”, sólo, plis, voten por…
Creo que ya se la saben. Sólo
les recuerdo lo que expresó Marguerite Yourcernar: “Sabía que tanto el bien
como el mal son cosas rutinarias, que lo temporal se prolonga, que lo interior
se filtra al exterior y que a la larga la máscara se convierte en rostro”. O
para decirlo con Batman: todos usamos máscaras.
Hablando de votos, de votar y
también de botar la basura, dice Ricardo Raphael que en México nos revienta la
corrupción, “es el tema que más nos enoja cuando hablamos del gobierno y los
políticos […]. Lo que resulta menos evidente es si estamos dispuestos
a utilizar nuestro voto en las urnas para castigar a gobernantes y partidos
torcidos […]. Ha de ser consigna ciudadana quejarse menos y actuar
más. Es responsabilidad de cada quien que continuemos teniendo gobernantes
corruptos y que la impunidad sirva para su infame enriquecimiento”. Más claro
ni el agua, aunque en estos tiempos ni agua hay, es decir, ni agua va ni agua
viene, o lo que es lo mismo, aguas con el agua, pero ya lo sabemos, nos vale…
¿O no?
Bien sabemos que estamos hartos
de tanta basura; además de la basura política y de la basura propagandística
electoral –¿es lo mismo?-, de la basura sideral, para no andarnos con cuentos.
Y todos tenemos responsabilidad de que el mundo sea un depósito de basura. Bien
lo dijo Rafael Chirbes: “A la gente le da todo igual; mientras no le tiren la
basura del otro lado de la tapia, ni le llegue el olor de podredumbre a la
terraza, se puede hundir el mundo en mierda”.
A propósito de la
exposición El voto en México: quiénes y cómo votamos: 1910-2024, una
muestra que recoge más de 1.500 piezas de propaganda política en el Museo del Objeto
del Objeto (MODO), la reportera Darinka Rodríguez comenta. “Para
persuadir a los mexicanos, los aspirantes a un puesto de elección popular echan
mano de todo: discursos, fotografías, frases pegajosas, y por supuesto, un
sinfín de objetos que muestran, la mayoría de las veces, el nombre de los
candidatos y los colores de su partido. En más de un siglo de democracia en el
país, se ha visto de todo: bolígrafos, vasos de cristal grabados, platones de
latón y otras prendas bordadas con los colores y los emblemas de los partidos”.
Hoy hay muchas cosas más y luego todo va a la basura.
Por cierto: “Hoy me toca tirar
la basura. ¡Qué emoción! No sé qué ponerme”. Les cuento: Una persona le dice a
otra: “¿Por qué es mejor separar la basura?”, a lo que la otra persona le
contesta: “Porque la basura unida jamás será vencida”.
Los días y los temas
La entrevista “Kristen Ghodsee, etnógrafa: “Estamos demasiado
cansados para tener imaginación”, de Jessica Mouzo no tiene desperdicio, los
invito a leerla. Mientras, les comparto una partecita.
“La
etnógrafa estadounidense Kristen Ghodsee (Patterson, Nueva Jersey, 53 años).
Esta profesora de Estudios de Rusia y Europa del Este en la Universidad de
Pensilvania acaba de publicar Utopías Cotidianas. […]
P. ¿Nos falta tiempo para
pensar futuros alternativos?
R. A la mayoría de
nosotros, sí. Estamos muy cansados. En la gira internacional de este libro, me
ha fascinado mucho el hecho de que sean los mayores de 60 y los menores de 25
los que tienen la mente más abierta. Todos los que están en el medio están
demasiado cansados para pensar en ello. Y creo que es porque los jóvenes y las
personas mayores tienen tiempo para leer, para soñar despiertos, para imaginar.
Para los que estamos en esos años del medio del sándwich es muy duro, es
extremadamente difícil encontrar tiempo para sentarse y soñar despierto sobre
cómo puedes hacer de tu vida una experiencia mejor. Solo estás intentando
sobrevivir día a día. Y eso me parece muy triste. La mayoría de nosotros
estamos demasiado cansados para tener imaginación.
P. Usted propone un
optimismo militante. ¿Cómo nos unimos a eso?
R. La esperanza es una
emoción, pero también es una capacidad cognitiva: puedes imaginarte a ti mismo
en el futuro de una manera que te dé margen para hacer realidad ese futuro.
Cuando hablo de optimismo militante, de esperanza radical, no es un cambio de
actitud. No es un estado emocional. Es un compromiso político con el futuro. Y
la manera de cultivar ese compromiso político es compartiendo con otros la
posibilidad de cambio. En cada cosa que haces, tienes que comprometerte
políticamente a hacer que el mundo sea como crees que será mejor. Y cuando
hablo de optimismo militante, me refiero literalmente a militante; en el
sentido de que me niego a permitir que la gente me diga que el mundo es
inmutable.
Me niego a permitir que la
gente me diga que mi ansiedad, miedo y sentimientos de impotencia individuales
no son un problema estructural, que solo son algo malo en mi cerebro y que debo
tomar una pastilla para que desaparezca. Se trata de una crisis de salud
mental. Mis sentimientos de desesperación son un problema estructural y
requieren soluciones estructurales. Así pues, en lugar de ceder a la
desesperanza y al miedo, hay que utilizarlos para construir un futuro mejor.
Ser optimista militante es un compromiso moral con el futuro: se trata de creer
que hoy podemos crear el futuro que queremos ver.” (elpais.com.mx,
02/04/2024).
De cinismo y anexas
“Se acerca un hombre enjuto y bigotudo –muy, pero muy parecido a Nietzsche– a la ventanilla de una
estación donde se despachan billetes y dice: “Un billete de ida y eterno
retorno”. (Umberto Eco).
Quien entendió,
entendió. Hasta la próxima.